jueves, 11 de septiembre de 2008

Visa pour l´image Perpignan 08

Foto: Horst Faas/Associated Press

http://www.visapourlimage.com/festival/exhibitions.do

Para los que no podemos ir a Perpignan ni a ver "El último tango en París" ni a ver el festival de foto periodismo Visa pourimage, nos hacen un cómodo recorrido en flash por todas las exposiciones disfrutables en los distintos espacios abiertos al publico durante la muestra.
Espectacular selección que a pesar de no ser tan completa individualmente como en el caso presencial, hay unas 5 fotos visionables por exposición, si lo es en la cobertura. Haría falta una semana en la ciudad para ver todas las exposiciones, y sin embargo en unas horitas en la web te puedes hacer una idea de lo que esta gente ha reunido para su vigésimo aniversario.

Por cierto, jamás olvidaré la mantequilla en casa si voy a Perpignan.
Viva Irlanda!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Chafardeo y borregueo


He descubierto "feisbuk".
Y lo pongo así para que nadie tenga dudas de que pronuncio el inglés de güonderful de la dead, que la gente es muy envidiosa y muy insidiosa.
Me acuerdo de las vecinas de gomaespuma, que bueno, eh Unai?...

A lo que iba, reticente era yo a exhibirme en esa fantástica base de datos que se están haciendo el FBI, las Corporaciones y Quiensabequiénmas, pero mira, uno que si "he subido las fotos a facebook", que si el chafardeo, que si encontrar a gente de la que hace un huevo de tiempo que no sabes nada... Aunque la verdad es que de alguno y alguna no te importára un carajo no haber sabido.
Total, que ahi estoy engachado a ver que hace la peña por ahi, si están bien o si por lo menos eso nos contamos.

Te echo de menos, que guapa esa foto, ahi fue donde comimos aquel dia con aquella gente, ¿no? Todas estas cosicas que nos entretienen mientras nos conectamos a una in-existencia mas amable que esa en la que llueve y hace frio, esa en la que las cosas son como las vemos y no como nos dicen. Esa realidad en la que tú te vas y en la que no dejaré de verte, pero si de olerte, aunque me regales estas bragas sin lavar. Esa realidad en la que tú también, elementa, viajas sin parar para no verte a ti misma tal vez, y puedes disfrutar de tropezar en la misma piedra las veces que te de la gana. Esa realidad en la que tú al igual que las otras dos puedes jugar a que no te enteras de lo que hay a tu alrededor, esa realidad en la que gracias a "feis" no tengo que chapotear mas. O ¿si?

Viva! Viva!

Abuelas y abulia... (2)



Segunda parte.

"La mañana nunca llegó.
Y es que... ¿de donde creiais que salen las latas de anchoas en estos días?..."

Al acabar la frase, Dolores cerró el libro que leía en voz alta para sus comadres y se levantó de su silla.

Silla, sillón o butaca, es complicado definir el mueble desde el que la abuela levantaba costosamente sus atlánticas posaderas. Como todo el mobiliario de la casa, esa poltrona era el resultado del diversas modificaciones y reciclajes interestilisticos tan dispares como lo habían sido sin duda los distintos muebles de origen de aquella pieza. Piezas como las endebles patas de pino carcomidas por el tiempo y tantas veces rebarnizadas a lo largo de los años o el respaldo orejero tapizado por capas en distintos colores de escai polipiel.
Esta reflexión ocupaba los pensamientos de Raúl tras cruzar la puerta de la enorme cocina, cuando la abuela Motores les invitó con una enorme sonrisa estúpida a sentarse en la mesa y disfrutar de aquel apetecible desayuno.

Benifucia preguntó a los jóvenes si habían dormido bien, y con una sonrisa entre inquietante y ridícula buscó en las caras de sus compañeras de abuelismo un gesto de complicidad que tras barrer con su mirada una por una a sus amigas no halló en ninguna. Dolores y Motores acercaron sus sillas hasta los chicos y comenzaron uno de sus discursos sincopados sólo que ésta vez sin las otras viejas.
-Debeis ir al mo-nasterio de la vir-gen de Alkanza-zu en Teñaka-es imprescindible...- Terminaba Dolores. Mercedes tuvo que contener una carcajada, Raul la fusiló con la mirada, comenzaba a tener miedo. Aquellas viejas eran muy raras, se controlaban entre ellas continuamente con la mirada y nunca ninguna se movía del lado de las otras sin que su par le acompañara. Raúl se había dado cuenta de que iban asociadas en pares que rotaban por turnos en sentido de las agujas del reloj sobre la posición en la que se colocaban siempre contando en el sentido citado así, Ramira, Begoña, Andresa, Benifucia, Dolores y Motores.

Ramira, de quién aún ni siquiera sabríamos el nombre si formaramos parte de esta historia aquí contada, estaba siempre callada, encogida sobre si misma y con la mirada fija en sus pies. Hacía malabarismos en miniatura con sus dedos a una velocidad de vértigo, siempre manteniendo las manos cruzadas sobre sus apretadas rodillas. Ninguna de las otras le había dirigido la palabra directamente desde que su llegada. ¿Quien sabe si se la habían dirigido alguna vez? Ella simplemente estaba, ahi quieta, con sus juegos de manos, y hoy concretamente llevaba un vestido floreado que a Raúl, le había parecido salpicado de sangre al verlo, más al intuirlo en ese casi inexistente instante en el que el ojo hace foco de nuevo tras variar el objeto o sujeto mirado. Entonces la abuela Ramira sonrió y él se dió cuenta de que hacía rato que aquel pellejo senescente le miraba con la vista fijada en sus ojos.
Consiguió salir de alli, cargaron en el coche lo que a la abuela Andresa le pareció material de trabajo, no imaginaba que otra cosa pudiera ser llevada en aquellas maletas metálicas con grandes ruedas y codos de acero en los vértices que parecían armas mas que protecciones. Quiso acercarse y verlas más de cerca pero para cuando consiguió que su rodilla malfuncional respondiera y apoyada en su bastón hecho de un antiguo somier de muelles, trató de acercarse al coche, Raúl cerró el portón del todoterreno.
Ocupó el asiento del conductor tras decir un amable "¡hasta luego!" y salió despacio saludando con la mano por la ventana abierta.

-Los ojos son míos...- dijo Begoña.
Ramira le regaló una mirada asesina que hizo a Begoña bajar la cabeza hasta donde su papada le consintió.

Fin de la segunda parte.

martes, 9 de septiembre de 2008

Abuelas y abulia...


...es lo que sobraban en aquella masía.
Y es que a pesar de estar en mitad del valle de Espartza, corazón de "Eskual Ternía" tierra de tascos y tascas, aquella casa era una masía. Y había seis abuelas en aquella masía Gabalana en la que habitaban tascos que hablaban gabalán. Y cada una de esas seis abuelas tenía peor caracter que la anterior. Y trataban de ordenar todo el rato la vida de todo el mundo en aquella casa.
Había un problema, además de las seis abuelas Ramira, Begoña, Andresa, Benifucia, Dolores y Motores (si, Motores, que pasa...), además de las abuelas decía, en aquella masía solo vivían Raul y Mercedes, dos fugitivos de la justicia que además eran amantes en secreto.

Secretos, abuelas y abulia.

Hacía tiempo que habían olvidado a quien pertenecía en realidad aquella vivienda, solo recordaban sus vidas a partir del momento que aquellos dos chicos llamaron empapados a su puerta. Hablaban raro, desde luego, pero les parecieron simpáticos, y aunque no recordaban que su masía fuera una especie de refugio rural, y no entendieran tampoco como podía haber una foto de la masía en aquel Folleto que les mostraban los chicos, a pesar de esto pués, les acogieron como las abuelas que eran.

Eran dos universitarios recorriendo la zona investigando el extraño fenomeno del "Hegunsentía" que, por lo que extarjeron las abuelas de la larga y aburrida explicacion de los chicos, debía ser un amanecer, pero en la ancestral lengua de los tascos. A Benifucia le pareció que era muy raro aquello de investigar los amaneceres o cualquier otro fenomeno astronómico o meteorológico en una lengua concreta pero eran tan agradables y quedaban tan bien alli secandose junto al fuego que cuando se reunieron a espaldas de los recién llegados para decidir si se quedaban o habían de irse, y habiendo planteado la abuela Motores una tercera vía consistente en dejarles dormir a prueba una noche y volver a votar al día siguiente, ella votó que se quedaran sin condiciones ni evaluaciones mas allá de pagar la primera semana por adelantado.

Les dieron dos habitaciones contiguas en lo que en un tiempo había sido la cuadra para el ganado, y como explicaron las abuelitas en un rapero discurso que completaron entre todas con pequeños fraseos casi de be-bop, era la mejor pieza de la casa. Caliente en invierno, fresca en verano, sus gruesos muros, la intimidad y la tranquilidad, -has dicho mi frase! - acusa Ramira a Begoña - pero si se te olvida siempre tu frase! - se defiende ésta - chicas, chicas... calma, ¡qué imagen se han de llevar nuestros huespedes! - Es Dolores la que con esta frase devuelve la situación a la normalidad relativa de la historia, parece la lider aunque ejerce discretamente como observa Raul cuchicheando al oido de Mercedes.

Es la primera noche y la pareja no quiere arriesgarse a que les descubran, cada uno se queda en su habitación. Antes de dormir a Raul le parece oir una voz que en lo que a el le llegan como susurros dice así como "cada uno son cuatro latas". Quiere escuchar más, prestar atención, pero una extraña pereza le invade, mas que pereza, casi abulia, se duerme.
Mercedes no oye nada, y se duerme profundamente antes siquiera de que el gas que Raul no ha visto, comience a salir por el respiradero que se encuentra junto a su cama.

La mañana nunca llegó.
Y es que... ¿de donde creiais que salen las latas de anchoas en estos días?

Fin de la primera parte...