sábado, 19 de julio de 2008

Back in town

Abandono, lío, pereza, Internet providers, casi llegas pero no, no hay manera, pero no desistas.

Verano, bikinis, camisetas de tirantes, una piscina de agua salada, sacan el agua del mar, y la sacan a 40 metros de profundidad, está helada, hmmmmmm que gozada, que raro que no me devuelva la llamada este tío, por cierto… ¿dónde esta mi móvil?
¡Que práctico! Me encantan los bañadores largos, que se sequen rápido y que tengan bolsillos al menos a un lado, si, porque así puedes llevar cómodamente las llaves, el tabaco, el móvil…espera, no sé.
Es curioso como reaccionan las baterías con el agua salada, si la secas al sol y después la vuelves a colocar haciendo coincidir los bornes con sus iguales, puente de energía al aparato comunicante, se calienta hasta posiblemente arder, supongo, el caso es que quema.

Angus se queda de vacaciones de si mismo esta semana, mientras trabaja, lo hace a veces, no le importa perderse la vida unos días, aunque la verdad es que ya son más que semanas.

Había unos hermanos, se apellidaban Pérez pero les llamaban “los Rapunsen” por su parecido con Alf, les delataban sus enormes y peludas narices arrugadas.
Quizá por eso estaban todo el día en la inopia, porque anhelaban Melmak, planeta de origen de su supuesta abuela materna, quien en un accidente de nave sufrido siendo una niña, cayó en mitad de la selva, donde una familia de indios piadosos la adoptó.
Por quien sabe que clase de milagro o aberración, según como se mire, la abuela Talf acabó entregándose en rito aborigen a un apuesto jíbaro de apenas un metro de estatura que acabaría preñándola, dando pie a una nueva especie de humanoides de buen olfato y con cierta tendencia a comer gatos bien pelados a la parrilla.
El caso es que estos hermanos alfúnos de los que hablamos, se querían y protegían entre sí como sólo quien ha disfrutado de una amistad absoluta con su hermano puede entender, dicen… Se respetaban y cuidaban siempre, siempre menos cuando viajaban juntos.
Existía una especie de resorte que hacía que cada vez que ponían una rueda fuera del garaje...
Se acabó el amor.
La verdad es que es mejor esperar a que vuelvan y contar la historia completa.
(continuará)