miércoles, 30 de diciembre de 2009

El año del daño...


Se acaba por fin.
Año de abandonos, despedidas y despidos. Cincuentaytantas semanas de baji-baji-altos, algun buen momento ha habido, no vale negarlo.
El agua en la barbilla, alguien hace olas y te tocan la punta de la nariz, consigues respirar a duras penas, las penas duran lo que duran, las alegrías lo que nunca parece suficiente.
Se fué mi padre.
Tu no volviste.
Yo tuve que venir.
¿Sabré encontrar el camino de retorno a mi vida?
Realmente ¿tiene algun sentido pensar que porque un día sigue a otro los ciclos han de cambiar?
No lo sé.
Hoy oí a alguien hablar de la selección natural, tal vez sea simplemente eso. Puede que no me corresponda la supervivencia.
Quizá la especie y su presencia en esta tierra casi rota dependa de que algunos nos diluyamos sin dejar demasiado rastro.
¿Debo aceptarlo?
Tengo elección, elección que tal vez sea como un refrendo no vinculante.
Cabe la posibilidad de que no importe lo que elijamos sino quién y qué nos elige.
¿Y si no te eligen en ninguno de los dos equipos del patio?
Pues te quedas sin jugar.
A los vivos: ¡Seguid viviendo!