lunes, 22 de diciembre de 2008

Cuento de navidad


Veintidósdediciembrededosmilocho, así, todo seguido, sin espacios que dejen pasar el aire, como ha sido este año. Sin duda uno de los mejores treintaycinco (así, seguido también) de mi vida. El mejor y el peor como cada uno de los otros, puede que un poco mejor y un poco peor que cada otro de los unos.
La cuestión es que hoy es el día de la salud (cuando no te toca la lotería, de lo contrario hoy es el día que te tocó la lotería, supongo...), aunque en realidad hoy ya no es hoy, hoy fue ayer y mañana será otro día, confío, y con auténtico pánico a dispersarme en demasía insisto en la salud del día de la lotería.
¿Por que?
Porque estaba a punto de perderla, la salud digo, lotería no compro.

Estaba ayer, en la noche del veintidós de diciembre y pasando cuarenta y cinco minutos de las veintitrés horas (aquí si que corría el aire), en una parada de taxi. Tenía además un frío de tal calibre que me impedía por medio de incontrolables temblores siquiera sujetar firme en mi mano el teléfono vibrador con el que trataba de conseguir que algún vehículo calefactado me transportara a la casa de los padres que me dieron la vida, la educación y un lugar físico y espiritual al que volver.

Imposible, no hay manera, no me cogen el teléfono en radio-taxi y los pocos que pasan van ocupados. Es Bilbao, es un lunes y a estas horas no hay transporte público, ¿O si?
Viene un autobús, bieeeeeeen... No, "Zerbitzutik Kampo-Fuera de Servicio", horrooooor...

Me voy a poner enfermo, pero para, el bus se detiene, me quedo congelado, pero eso es del frío, tampoco es que me de tanta impresión ver un autocar que se frena junto a una parada, me acerco por el lado del conductor, me abre un poco la ventana para oír lo que se entiende por mi actitud que me dispongo a decirle.

-Perdona ¿sabes si queda algún autobús o algo?

-Espero que no...

No lo ha dicho de malas y así lo entiendo, de hecho mientras baja del autobús sigue.

-Yo tengo unas ganas de llegar a casa... desde la hora que me he levantado ("levantau")...

Ahora que le veo de pie junto a mi me doy cuenta de que es joven, me parece que un poco mas que yo. El tío me mira de arriba hasta abajo, pero más que revisante yo creo que calibratorio del frío que debo estar pasando por la exigua cantidad de ropa que visto en ese momento, sonríe.

-¿Donde vas?

Pregunta él, yo al primer bote no la engancho, se explica.

-Yo voy a cocheras, si te quedas de camino te llevo yo...

No me lo puedo creer...

-Pues... yo voy a Sarriko, si te pilla de paso, pues...

-Vale pues espera dos minutos y te llevo.

Aitor es conductor de autobús de Bilbao, y se compró un caserío en Gordexola (a unos 25-35 minutos para el que no conozca) que lleva tres años reformando él mismo, y me pareció un tío feliz, que junto con su suegro planta y cuida tomates, que ve crecer a sus hijos felices y sanos corriendo por su terrenito y que vio a un tío con cara de frío en la calle y se preocupó de acercarle a casa aunque no estaba ni en su ruta ni de servicio, salvando a este tipo del que hablamos, que soy yo por cierto, de una neumonía con su correspondiente neumotórax si nos ponemos trágicos o en caso mas probable y menos Bovaryano, de un catarrazo de padre y muy señor mio.

Ahora es cuando algunos pesados estarían encantados de hablar del espíritu navideño, otros alabarían el espíritu y la nobleza de la raza alfa o beta, y algunos aprovecharían para hacer proselitismo del espíritu de "los compañeros del transporte" y podría yo, que para eso escribo esto, mandarles a todos a tomar por el saco porque no haya un servicio de transporte publico nocturno de ningún tipo, nada mas allá de cuatro taxis, pero no, hoy, o ayer (a estas alturas da igual) hoy todos tienen razón y el caso es que hoy estoy sano y un poco "de mejor humor con el mundo".

PD: Tu escribes lo que quieres, donde quieres y cuando quieres.