lunes, 27 de abril de 2009

Exclusiones

Hombre blanco hablar con lengua de serpiente.



No encontrarás expiación para los pecados mas allá de no repetirlos.

Un pantalón caqui con su blusón a juego tratará de pasar desapercibido en un armario verde esperanza.

La serpientes cambian de camisa cada año, menos mal que no votan. No, no votan.

Al caer la tarde se encontraban, siempre que no lloviera, en el parque junto a sus casas. El estanque que los separaba siempre les pareció una distancia insalvable y ni una sola vez a lo largo de los años que allí se vieron, intercambiaron ni tan siquiera media palabra. Lustros de miradas cruzadas, miradas filtradas por los chorros de agua eyaculados por la fuente que coronaba el infinito estanque. Si se atrevieran a soltarse de sus correas y alejarse de sus dueños podrían ser dos perritos muy felices, siempre lo pensó el pececillo naranja inmortal, rey del maldito estanque y testigo del destino de aquellos dos preciosos perros. Así que un día, aquel sabio pez del color de las mandarinas decidió que tenía que hacer algo. Hacía una tarde típica de las tardes de primavera en aquel pais, nubes de algodón surcaban el cielo azul dejando un mar de sombras dibujadas sobre el agua del reino de nuestro amigo pez, quien decidió al ver el sol y a los dos perrufos una vez mas bebiendo tímidos a ambos extremos de su estanque, que era mejor dejarles hacer lo que ellos quisieran y seguir tranquilo viviendo su vida de pez naranja, pez rey y pez único habitante de aquel estanque en mitad del parque.

Granizo