martes, 27 de octubre de 2009

Pensamiento, sentimiento y sedimento.


La orquesta del Titanic, ese grupo de hombres de honor...

Tengo la sensación de estar, de ser, de tener en mis manos un húmedo y frío violín que trato de hacer sonar afinado mientras el barco se hunde.
En lugar de pisar cabezas y arrancar mechones de pelo de los momentaneos rivales en la competición de salvar la propia integridad (la vida), sigo acariciando con mi arco las cuerdas de mi instrumento mientras las heladas aguas del atlántico norte comienzan a congelar mis pies.

El barco que pensé que sería aquél que me llevaría hasta el destino deseado de tener una vida propia ha chocado, y se hunde.
Es verdad que pasaba un iceberg por delante, no hay duda que hace mucho tiempo que estabamos avisados, el radar nos lo mostraba, pero que había que hacer. Seguir para el frente...

Sigo tocando, o no... ya no me dejan.

Tornados.

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